El borracho que voló en nombre de todos.
El pasado viernes 11 me pasaron un link por el gtalk. Era el video de Diego Pérez, “El borracho de la arbolada volador” (sic), y tenía algo así como 7 mil y pico de vistas. Al día siguiente le muestro el video a mi hermano, y ya había duplicado las vistas, sobrepasando las 16.000. Anoche, a poco más de una semana después, cuando empecé a redactar este post, tenía 76.642 vistas, dos páginas de resultados de búsqueda, una versión con subtítulos, una versión explicada, una segunda parte, una versión extendida, varias adaptaciones, una remera, una canción dedicada, la página central de un diario, entrevistas en la tele, este post, y etcéteras.
Ayer al volver de comprarme una gaseosita (ando sano pues) me crucé con los muchachos del barrio tomando cerveza en la jurisdicción de la bodega, y al saludar les dije “cuídense los perros, no vayan que a salir en youtube por la arbolada”, a lo que retrucaron, automáticamente: “Trambólico vamoa terminar papá…” Offline también, por supuesto, el vuelo del borracho pasó a ser parte de la cultura popular.
La rapidez con la que este videito se propagó y se extendió a otras esferas más allá de Internet nos aporta pruebas y argumentos interesantes para extraer una serie de reflexiones que, más que proclamarse como grandes verdades, solamente pretenden ser una suerte de hoja de ruta para observar y comprender mejor las nuevas reglas de nuestro ecosistema cultural.
En mi opinión, estamos siendo testigos activos del verdadero brote de la Cultura del Remix en nuestro país. Así como el clásico “Numa Numa” de Gary Brolsma se expandió por todos lados hasta ser un ícono, un meme de la cultura de Internet a nivel mundial, así Dieguito Pérez dio sin querer una vuelta más a la canilla del desarrollo de un nuevo paradigma de comunicación, la vuelta que marca una diferencia entre la actitud de absorción y la de producción de contenidos. Y más que un fenómeno lejano del cual somos simples testigos, prefiero hablar de la experiencia del video del borracho de la arbolada, ya que de alguna manera, todos los que vimos, recomendamos y comentamos el video contribuimos de manera activa, aunque sea como vectores de propagación, a que un simple video posteado en algún rincón del ciberespacio se haya convertido en un fenómeno mediático propio de nuestra esfera cultural local.
Este es un globo que inflamos entre todos, es una experiencia compartida.
Los conservadores dirán que “se declaró so’o” al ver la fama que alcanzó tan rápidamente este cuate. Pero nos guste o no, se inauguró una nuevo camino de intervención cultural, por medio de las microproducciones, el remix y la popularidad digital.
Otro concepto de Cultura
Antes de pasar a las reflexiones puntuales quiero aclarar este término, ya que puede llegar a prestarse a confusión. Estamos acostumbrados a usar el término “cultura” para referirnos a manifestaciones artísticas como la pintura, la música, el teatro, etc. Y si bien el tema da para extenderse, por ahora baste con puntualizar que cuando me refiero a Cultura hablo de la serie de acuerdos tácitos a los que llegamos y que contribuyen a dar forma a nuestras percepciones y opiniones acerca de una realidad compartida. En otras palabras, la Cultura es el conjunto de filtros que creamos, entre todos, para manipular mentalmente la realidad. O algo así.
Las Conclusiones
El video del borracho volador nos aporta una prueba viva, una evidencia en tiempo real, de que:
1- La cultura es una construcción colectiva: Es algo que se construye con aportes de todos. Si no hubiéramos usado las herramientas que Internet nos ofrece para compartir, Diego Pérez seguiría siendo otro Pérez más en la guía, sin más gloria que la de haber salido ileso de un accidente en moto.
2- La popularidad es una moneda: ¿Cuál es el mérito de Diego para lograr la atención que tiene hoy en día? Ninguno. No estudió actuación, ni locución, nada. Se mamó en una estación de servicio y sufrió un accidente. ¿Y por eso es famoso? Sí. ¿Y está facturando por eso? Y claro.
3- Primero viene la fama, después los beneficios: Más que evidente.
4- Internet se está convirtiendo, cada vez más, en un lugar de origen de contenidos: Esto tiene como resultado inevitable la democratización de la producción cultural.
5- La democracia de la fama: Los famosos son los que nosotros queremos, no los que nos imponen desde la tele o los medios tradicionales nomás. Tenemos un poder nuevo, y la responsabilidad de ejercerlo. O si no alguien lo ejercerá por nosotros.
La relación de todo esto con CC-Py
Creative Commons ofrece una serie de licencias permiten y facilitan el proceso de popularización y remix descrito más arriba, del cual es prueba contundente el video del borracho. La popularidad, moneda básica de la Nueva Economía Digital, se basa en el acto de compartir. Mientras más compartís, más te remixan. Mientras más te remixan, más te adopta la gente. Mientras más te adopta la gente, más posibilidades tenés de sacar algún otro tipo de beneficio de eso. O sea, plata. Si querés.
Poner una licencia Creative Commons a cualquier tipo de publicación de contenido es poner una bandera que avisa que el trabajo en cuestión es compartible. Para los creadores, significa dejar en claro que estamos totalmente de acuerdo con el proceso que se da de manera natural para alcanzar la fama. Es decirle al público, TU público: “Yo respeto la forma en que A USTEDES les gusta compartir”. Y ese respeto se devuelve, siempre. Es buen karma, si quieren.
Para el público, una licencia CC a la vista es una luz verde para que los perros se divaguen, construyan nuevas cosas sobre eso, se lo pasen a sus amigos y se distribuya sin temores, dentro del marco de una total legalidad. Nadie te va a caer nunca por piratería, nadie te va a chantajear en el futuro, nada. Nada se tranca, todo fluye, sin miedos.
Libertad perfecta para ejercer nuestro derecho de ser co-creadores, participantes plenamente activos en la construcción de algo que por su misma naturaleza nos pertenece a todos: Nuestra Cultura. Eso es Creative Commons.
Para terminar les dejo con otro ídolo, la ardilla dramática. Disfruten viendo las diferentes versiones remixadas(1, 2, 3, 4) y sientan (y cáguense de risa) con las posibilidades.
Abracemos la libertad. Disfrutémosla creando juntos la Cultura Paraguaya que queremos.